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ene 2021

El nacional populismo y su incidencia en el mundo del trabajo

8 de Enero de 2021. Joan Coscubiela Conesa

El trabajo, los trabajos, han sido a lo largo de la historia un factor clave, determinante, en la configuración de las estructuras sociales de cada momento. Incluso en momentos, como los actuales, en los que algunas voces teorizan su pérdida de centralidad social y política


Las ideologías han sido siempre determinantes para la legitimación social de las diferentes formas de organizar la producción de bienes y servicios a lo largo de los tiempos. Así fue con el esclavismo o el feudalismo, lo vimos también con la Ilustración como elemento de legitimación del modelo de producción capitalista.

Hoy asistimos a una fuerte ofensiva de la ideología ultra-liberal que pretende hacer del trabajo, de los trabajos, meras mercancías, un producto sujeto a las reglas de los mercados y alejado de las normas que regulan una sociedad basada en derechos de ciudadanía social.

A pesar de ello, el trabajo, los trabajos, mantienen hoy su centralidad social y política. No solo en relación a cómo se organiza la producción de bienes y servicios, también en el terreno de las batallas políticas en las que el debate ideológico es más vivo que nunca, aunque se exprese con una mayor complejidad que la del eje izquierda/ derecha que ha marcado el siglo XX.

En las últimas décadas, incluso antes de la Gran Recesión, han aparecido en muchos países diversas expresiones políticas que han sido bautizadas con el calificativo genérico de nacional-populismo.

Adoptan formas muy diversas entre si -en función de cada país y también de sus orígenes- y no componen un todo homogéneo, pero sí expresan una realidad nueva y con factores compartidos.

En muchos países ello no solo ha trastocado los equilibrios políticos sino que ha resucitado debates ideológicos, en relación a valores sociales, que parecían superados. Algunas de estas expresiones de nacionalpopulismo en Europa tienen origen en viejos partidos fascistas (FN) como sucede en Francia; otras son fruto de la evolución de organizaciones políticas (Liga Norte) que iniciaron su singladura haciendo del conflicto territorial e identitario (Padania) su seña de identidad para después buscar otro enemigo externo en la inmigración, como en el caso de Italia. Diferentes manifestaciones pueden encontrarse asimismo tanto en el Norte como en el Este de Europa.

No se trata sin embargo de un fenómeno exclusivamente europeo, y las experiencias de Trump en EUA o de Bolsonaro en Brasil lo ponen de manifiesto. Durante años se ha dado por hecho que España estaba al margen de esta ola mundial, incluso se ha llegado a teorizar las razones de esta peculiar anomalía política.

La aparición con fuerza de VOX, que no es un fenómeno anecdótico, parece desmentir esta excepcionalidad española, como se ha puesto de manifiesto en las recientes elecciones generales. Más allá de los resultados electorales obtenidos por la extrema derecha radical el 10N, la campaña ha generado un marco de “normalización” de Vox y de “humanización” de su líder, Santiago Abascal, al que no son ajenos los acuerdos institucionales con el PP y Ciudadanos.

Al mismo tiempo qua han aparecido los primeros indicios de lo que podríamos llamar la apropiación del trabajo por parte del nacionalpopulismo. A pesar de la diversidad de orígenes, de los elementos identitarios que articulan la ideología y los discursos de estas fuerzas políticas, incluso de diferencias notables entre ellas, aparecen algunos factores que configuran un potente hilo conductor de eso que hemos venido en llamar nacionalpopulismo de derechas Surgen y cobran relevancia en diferentes países a medida que el sistema políticoinstitucional ve reducida su legitimidad: los partidos populistas emergen típicamente cuando se evidencia un creciente desencanto entre la población con la política y, especialmente, con los partidos políticos tradicionales.