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jul 2022

¿¿Y ahora??

1 de Julio de 2022. Borja Suárez Sánchez

Nací en 1987 pertenezco a una generación a la que la movida madrileña le suena a música antigua y cada vez más cuesta recordad a cuanto equivalen diez pesetas en euros. Somos millenials de la transición de pasar horas al teléfono fijo a no poder dormir sin leer Whatsapp, los que teníamos iPods y nuestra revolución tecnológica empezó con la Blackberry.


Los que estamos en la franja de entre 25 y 35 tenemos un vago recuerdo del 11M, y apenas recordamos la apertura de telediarios con asesinatos de ETA. Hemos vivido en la suficiente paz como para que nuestra 'guerra de referencia' sea la de Irak de 2003, y aunque éramos conscientes de la crisis económica de 2008 no hemos sido nosotros los que hemos tenido que cargar con el peso de la responsabilidad de sacar familias y un país adelanteComo todo adolescente que se precie, los jóvenes de hoy en día creen que sus acciones y decisiones no tienen consecuencias, pero cualquier cosa que ocurre a su alrededor es merecedor de ser considerado una acción contra su futuro. Por eso, esos mensajes abiertamente homófonos, xenófobos y racistas se escuchan con una normalidad camuflada en un falso patriotismo enmascarado en la ardua lucha contra lo público y de las clases más desfavorables. Ya veíamos audios de periodistas, empresarios que ejercen un ataque contra la democracia como la conocemos camuflada en un falso patriotismo.

Por ello, que los menores de edad sueñen con un mundo ideal es permisible e, incluso, recomendable. Que los adultos tomemos decisiones en relación a sus designios sin entender que la realidad es mucho más complicada que lo que ocurre en la mente de un adolescente es, sencillamente, temerario. Y que estas decisiones no vayan unidas a un claro mensaje que se pueda propiciar un cambio, lo hace hasta peligroso.

Dicho esto, tenemos que tener claro que el futuro dependerá de la posibilidad de despertar a un sector vulnerado, pero complaciente y sumiso ante la perdida de lo que tanto les costo ganar a las personas hace NO TANTO TIEMPO.

Todos los días un poco más cerca de la campaña electoral, y cuando algunos sectores ya comienzan a discutir candidaturas, comienza el largo desfile de encuestas y sondeos que intentarán prever al panorama político de cara al proceso electoral que se avecina.

Entre ellas, en los últimos días se publicaron algunos datos interesantes que hacen referencia a dónde está parada la juventud en el mapa político y laboral, una cuestión por demás importante para ver algunos de los efectos políticos de la pandemia, la crisis económica y las medidas del gobierno en ese contexto.

En mayo, una encuesta indicaba que el 84% de jóvenes entre 16 y 24 años tienen sentimientos negativos hacia el futuro, como «preocupación» o «miedo».

¿Qué es lo que está detrás de estos datos que indican desencanto y falta de perspectiva hacia el futuro? La pandemia agudizó aun más los problemas que afectan directamente a los jóvenes, relacionados principalmente con la educación, la inserción al mundo del trabajo y la abusiva precariedad a este sector de la sociedad.

Todos estos datos son sólo una parte de la realidad que vive la juventud trabajadora: una situación de extrema precarización, con trabajos basura, sueldos miserables y la falta de los derechos laborales más básicos.

Pero esta situación no es propia de Canarias, sino que es una tendencia global. Las nuevas formas de precarización del trabajo apuntan a la juventud, como una especie de derecho que el capital les hace pagar a las nuevas generaciones para ingresar al mundo laboral: ingresan con excesivos desconocimientos sobre la sindicalización y a los derechos laborales más básicos. Por no hablar de la campaña mediática de la derecha, extrema derecha para desvirtuar y los sindicatos amarillosde ensombrecer el trabajo de los sindicatos de clase como la reforma laboral, los SMI'S, etc.

Desde riders a call centers, pasando por hostelería y comercio, casi la totalidad de los empleos que el mercado le ofrece a lo jóvenes son altamente precarios, loque trae aparejada la imposibilidad de planificar un proyecto de vida y hacer perspectivas sobre el futuro.

En nuestro territorio, lejos quedaron los años en donde la clase obrera se embanderaba en el discurso de la «ampliación de derechos». Más bien al contrario, hoy por hoy lo que sufre la juventud es justamente la falta de ellos. Y desde pese que desde el Estado y los sindicatos de clase con todo lo anterior expuesto, ciertos sectores siguen luchando para salvaguardar las ganancias de los empresarios. El mensaje potenciando la individualidad laboral, la meritocracia a cualquier precio, hace que las personas jóvenes crezcan sin valores en el mundo laboral.

Estas condiciones implican una situación muy inestable para los jóvenes con estos trabajos, ante la incertidumbre de que pueden ser despedidos de un día para el otro y cobrando salarios que no les permite planificar más que los gastos mínimos de subsistencia. Todo esto hace que muchos de ellos vean al futuro de manera angustiante, y la amenaza de la política capitalista tradicional es incapaz de ofrecerles alguna otra perspectiva.

En consecuencia, la crisis económica que genera esta inflación, los excesivos precios de los carburantes, electricidad y el incremento de los precios de la cesta de la compra, sumado a las innumerables consecuencias sociales de la pandemia, se está traduciendo en un cierto alejamiento y desencanto de una parte de la juventud con la política, en particular de los más cercano a la izquierda, que durante muchos años fue una de las corrientes políticas de mayor influencia en ese sector social en nuestro país, como por ejemplo el 15M.

Apoyándose en un contexto político y económico muy diferente, e intentando capitalizar el clima de rebeldía, organización y movilización dejado por la España del 1994 donde salían a la calle sin temor y con un objetivo colectivo claro, en otra época la lucha obrera logró tener una cierta hegemonía entre amplios sectores de la juventud.

¿¿Y ahora qué??

En la recta final de una legislatura de un gobierno “progresista” o en su mayor parte, donde se han conseguido diferentes mejoras para la clasesocial más perjudicada, LGTBI, Salarios Minimos interprofesional, reforma laboral, ayudas sociales varias, etc…

Es un momento esencial, donde este sector joven debe DESPERTAR, organizarse y comenzar a luchar ya no solo por ganar derechos, sino, por no perderlos. Como bien dijo Nicolás Sartorius“Los derechos no se heredan, se pelean día a día”y en base a esa frase la organización, sindicalización y movimiento de la juventud es vital. Ya que de no ser así, volveremos a lamentarnos en un corto intervalo de tiempo, y lo peor, que será tarde. Ahora es un momento crucial de despertar inquietudes, consciencias de clase y recuperar las calles que últimamente también nos han intentado usurpar la derecha. El sobresfuerzo es básico para trabajar en una mejora social, desde CCOO Canarias pudiendo estar orgullosos/as trasladando un cambio generacional real a la estructura y generando cuadros sindicales jóvenes, debemos dar el salto que nos falta que es llegar a concienciar y despertar a una juventud que entra en un momento clave, para seguir manteniendo desde la derechos y servicios públicos, hasta el puesto que nos coloca la constitución española. Y solo lo podremos hacer si llegamos a estos colectivos.

Lo hemos hecho, lo hacemos y lo seguiremos haciendo. Desde un punto de vista joven, nos vemos en las calles para recuperar y consolidar los derechos que las personas han conseguido con mucho sudor, muchas lágrimas e incluso sangre.