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jul 2023

Deshumanizar el trabajo con la irrupción de la Inteligencia Artificial

4 de Julio de 2023. Claudia Saavedra Medina

Si pudiéramos mirar a través de la mirilla de una puerta y ver cómo trabajaban en la época del Neolítico, veríamos utensilios de piedra y de madera sujetados por personas mientras realizaban las labores en agricultura y ganadería.


Los tiempos han ido evolucionando y los trabajos se han ido mecanizando. Las revoluciones industriales son síntoma de cambios económicos, tecnológicos y sociales que de alguna manera se siguen implantando en nuestra era actual de producción.

Estos cambios industriales y tecnológicos han desencadenado no sólo en bienes y servicios en abundancia y crecimiento del PIB de los países más desarrollados, sino que también han dado luz a otra vertiente, la del malestar social de la población trabajadora, que no ve equilibrado ese bienestar empresarial con los derechos fundamentales del trabajo que realizan. Por tanto, hablamos de un desequilibrio entre la parte empresarial y la parte social o trabajadora.

A lo largo de la historia se han implementado novedosos sistemas de producción con el aprovechamiento del ahorro de costes y, que en ocasiones, ha determinado la destrucción de puestos de trabajo. En el siglo XIX, los artesanos ingleses se rebelaron ante la introducción de los telares industriales y la máquina de hilar, que amenazados con su sustitución por artesanos menos cualificados con salarios más bajos, se organizaron y manifestaron, llegando incluso a la destrucción de dichas máquinas innovadoras, este movimiento es conocido hoy día como ludismo.

Principios del siglo XXI, a pesar de las dificultades del panorama actual (post pandemia del covid-19, vigente la guerra de Ucrania y crisis de suministros), se ha contenido y recuperado puestos de trabajo que se daban por perdidos, se ha reformado el sistema de las relaciones laborales bajo la rúbrica de sindicatos, empresarios y gobierno, y consensuado acuerdos tripartitos en materia laboral.

¿Qué más nos podría pasar? La respuesta es la Inteligencia Artificial (IA).

En 2019 la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología (COMEST) de la UNESCO definía la inteligencia artificial como “un campo que implica máquinas capaces de imitar determinadas funcionalidades de la inteligencia humana, incluidas características como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso la producción de trabajos creativos.”

En términos generales, la inteligencia artificial se denomina como una máquina o aplicación informática que realiza funciones que normalmente las ejecutan las personas trabajadoras en ámbitos de ciencias, política, sociales, jurídicos, etc.

La informatización de los trabajos y la digitalización de los procesos ha desembocado en una nueva era de taylorismo digital y deshumanización del mundo del trabajo.

Según el informe “The Potentially Large Effects of Artificial Intelligence on Economic Growth. EEUU[1]” desarrollado por el analista económico Goldman Sachs, la inteligencia artificial destruirá unos 300 millones de puestos de trabajo. En España lo harán 1 de cada 4 trabajos en las próximas décadas. Y dos tercios de los trabajos actuales están expuestos a la automatización por la IA (entre el 25-50% de forma parcial y un 25% de forma total).

Recientemente, el 27 de marzo de 2023, se publicaba por los ingenieros de la empresa OpenAI creadora del Chat GPT el informe “GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models”, según el informe, los diez trabajos más expuestos en orden a su destrucción/sustitución por la IA son: 1) Matemáticos, 2) Gestores, contables y auditores, 3) Analistas financieros, 4) Analistas de noticias, reporteros y periodistas, 5) Secretarios jurídicos y asistentes administrativos, 6) Diseñadores de interfaz de usuario e internet, 7) Traductores, 8) Analistas demoscópicos, 9) Relaciones públicas, 10) Ingenieros de blockchain. Entre los sectores menos afectados se encuentran los que suponen tareas físicas (construcción y mantenimiento).

Otras posturas, apuntan más positivamente ante el reto de la IA, considerando nuevas oportunidades en el mundo del trabajo. La OCDE en un informe publicado a finales de abril de 2019 ha señalado: "A pesar de la ansiedad por la destrucción de empleos provocada por la globalización del cambio tecnológico, es improbable que se produzca una fuerte disminución del empleo".

En este contexto, toma relevancia el papel de los sindicatos y de las personas trabajadoras para abordar la gestión de las nuevas relaciones laborales y los procesos de adaptación a la Inteligencia Artificial, siendo un factor clave la capacidad de aprendizaje y de adaptación a los mismos.

Dentro del ahorro de esos costes, que nombramos que supone la IA para las empresas. En este contexto, habría que plantear la posible cotización de las máquinas con el fin de que no se vea reducida la bolsa de las pensiones, o una renta universal destinada a aquellas personas que han visto destruido o disminuido su horas de trabajo por la introducción de las nuevas tecnologías.

El Parlamento Europeo se encamina a la regulación de la Inteligencia Artificial, que esperemos que llegue antes que su implantación se consolide por parte de las empresas. Desde la Comisión Europea se vaticina que el Reglamento de Inteligencia Artificial, garantizará que los sistemas de inteligencia artificial (IA) que se introduzcan en la UE sean seguros y respeten la legislación vigente en materia de derechos fundamentales.

Los tiempos cambian, y como todo, las formas de realizar el trabajo también. El poder sigue estando en el ser humano y en la aplicación eficiente que haga de la inteligencia artificial, esperemos que la ambición de poder y ganar, no reste importancia a lo fundamental, la HUMANIDAD.

[1] https://www.ansa.it/documents/1680080409454_ert.pdf